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El poder de la justicia

Se quedó por un momento sin hablar, y sin comprender exactamente qué era lo que le estaba pasando, un hijo, era demasiado joven para tener un hijo, tenía 16 años, cómo pudo meterse en un problema de esa magnitud
-es tu hijo- le dijo de nuevo
-lo sé, perdón, no sabía qué decir, sé que es mi hijo- y diciendo esto la tomó entre sus brazos e intentó consolarla mientras ella lloraba
-no sé qué hacer, estoy desesperada-
-no te preocupes, ya pensaremos en algo-
Santiago había tenido unos poderes inusuales, podía lograr que pasara en el mundo lo que el quería, y pensó por un momento que lograr que alguien le diera dinero, o un trabajo podría ser algo bueno, de esa manera podría solucionar el problema, podría ser padre.
Samantha era una joven de 15 años que no había tenido cuidado con lo que hacía, y sus padres eran muy respetados en la comunidad, lo que les diría acabaría con sus tranquilas vida, y sobre todo destruiría la imagen que tanto trabajo les había costado construir.
Se quedaron ambos abrazados por un largo periodo de tiempo, no querían tener que lidiar con los problemas que vendrían.
Cuando Santiago la dejó en su casa le pidió que no dijera nada, al menos hasta que supieran qué era lo que deberían hacer, y eso le llevaría algo de tiempo
-se me va a notar, no podemos ocultar esto por mucho tiempo-
-lo sé, tendremos que pensar en algo, pero dame unos días-
-está bien, pero sólo unos días, sino creo que debo abortar-
-¿qué? no por favor, eso no, es un hijo de los dos, no podemos matarlo-
-no te pongas moralista, es una semilla todavía, no significa nada-
-no quiero que lo hagas, porque entonces tendré que...-
-¿qué? ¿qué tendrás que hacer?-
-nada, dame tiempo y lo resolveremos-
-nos vemos mañana-
Santiago no podía permitir que eso sucediera, él sabía cuál sería el castigo por las cosas malas, y lo peor de todo era que él tenía que hacerlo, castigar a la gente había sido su deporte favorito, en el tráfico, en la calle, en la escuela, siempre que alguien hacía algo malo, él encontraba la forma de castigarlos, y ahí estaba él en un momento en el que merecía un gran castigo, por haber sido tonto, por haber puesto en peligro su juventud, y por muchas otras cosas más, él sabía que el castigo vendría, sólo que no sabía cuándo, ni cómo, y el bebé no pagaría por eso.
Esa mañana Santiago intentó probar "su poder" con una mujer que estaba en la calle, ella acaba de pasarse un algo así que a él se le hizo fácil quitarle todo el dinero que la mujer llevaba consigo, eran a penas 2,000 pesos, eso no sería suficiente para comprar algo para el bebé, y estuvo en la calle unas tres horas, cobrando por cada infracción, grosería o error cometido, al final del día las personas habían perdido "accidentalmente" dinero, y él ya tenía consigo más de 15,000 pesos, aún no era suficiente pero era mejor que no tener nada.
Santiago había descubierto hacía mucho tiempo que el peor de los castigos siempre era perder dinero, así que no se sintió mal por haberles hecho pagar de esa manera.
Ahora sólo tenía que pensar en alguna manera de decirle a los padres de Samantha que él se haría cargo de los gastos del niño o niña que viniera en camino.
Las cosas no serían así de fáciles, él tenía algo más que hacer...

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